3/9/08

LOS TESOROS OCULTOS

Omar Khana Massousi es un hombre humilde de 57 años con una gran misión: salvaguardar el patrimonio artístico de su país, Afganistán.
Director del Museo Nacional de Kabul, este licenciado en Geografía e Historia se enfrentó durante 30 años a la destrucción sistemática de la memoria de una tierra que fue encrucijada de las culturas persa, griega, china e india, y en tiempos modernos rusa y ahora estadounidense.
Para hacerlo Omar Khana Massouri a veces arriesgó su propia vida, escondiendo piezas como las del tesoro de Bactria, un legado del segundo milenio A.C. descubierto a mediados de los 70 en la tumba de un guerrero y cinco mujeres.
"Guardamos el secreto del escondite durante años. Callamos incluso cuando se decía que había sido llevado a Rusia tras la invasión. Sólo se supo que aún existía años después, al anunciarlo en 2004 el actual presidente Karzai", declaró Khana Massousi.


Todos recordamos la saña con que los talibanes volaron los milenarios budhas de Bamian, en Afganistán central, ignorando los llamados del mundo entero.
¿Qué hace que un hombre, o un grupo de hombres –siempre muy pequeño- lo arriesgue de todo, incluso su muerte en el total olvido, en algo tan intangible como “la cultura”?
Recuerdo que hace muchos años, cuando el entonces recién nombrado consejero cultural de la embajada de Suecia en México (desgraciadamente, no recuerdo su nombre) me confesó que “estaba loco” por empezar a estudiar náhuatl (la lengua de los mexica, también conocidos como aztecas); yo le espeté que para qué quería aprender una lengua que no le iba a servir en ningún otro país. Su respuesta, tras una pausa reflexiva, fue: “Es cierto, no me va a servir para nada. Pero, por otra parte, las cosas que realmente valen la pena no sirven para nada”.
No sirve para nada el amor, no sirve para nada la amistad, no sirve para nada el pensamiento. Quiero decir que no son utilitarios.
Siempre me ha intrigado la rapidez con la que la llegada de los españoles a la que hoy es Cuba arrasó de manera tan total con los grupos indígenas cubanos, cuando en México, a pesar de la represión que sufrieron los indígenas de todos los grupos, éstos sobrevivieron y hasta volvieron por sus laureles en cuanto la historia les dio la oportunidad con las tropas de Zapata y de Villa. Por otra parte, el componente indígena es parte tan importante para los países andinos, que sigue formando parte de la entidad nacional.
La respuesta me parece que es ese elemento que “no sirve para nada”: la cultura, Ese sentimiento de identidad de un grupo que parece les ayuda a sobrevivir las peores condiciones de vida, las peores afrentas, sin jamás olvidar quienes son.
Eso me parece que nos pasa a nosotros, los cubanos. Un pueblo sin territorio propio, sin gobierno propio, sin un marco ni jurídico, ni legal, ni cultural. Un pueblo asediado.
Aparentemente disuelto en la cultura mayoritaria del McDonald, Mickey Mouse y el rock en los EE.UU. Herido de muerte a partes iguales por la ex Unión Soviética, el internacionalismo oportunista y el período especial en Cuba.
Sin embargo, un pueblo que, como las criaturas líquidas de las películas de ciencia ficción, se vuelve uno en cuanto se siente amenazado en su esencia.
¿Quién no recuerda a aquellos jovenazos de Westchester, Miami, desfilando cada noche en descapotables desplegando enormes banderas cubanas cuando el episodio del niño Elián? Y sin embargo eran los mismos que ridiculizaban los arrebatos de cubanía de sus padres... (“En Cuba el cielo es más azul, el agua sabe distinta”, y un largo etcétera).

La Habana conserva todavía su aire de gran señora. Es como una gran dama venida muchísimo a menos que todavía recuerda los polvos de aquellos lodos. A Miami la hicieron los cubanos. Dos ciudades bellísimas. El cubano de a pie no parecen muy interesado en la cultura “fina”; no va al teatro, no va a conciertos, no va a ver cine de calidad, no lee. Pero al parecer los cubanos siempre han contado con una elite cultural de gran refinamiento y gran voluntad cultural.

Son los hombres y mujeres que, como Omar Khana Massousi, regresarán a Cuba con los tesoros que guardaron durante tantos años en lo más profundo de su alma a reconstruir una nación desde los cimentos. A devolverle su historia.

A Omar Khana Massousi y a todos esos cubanos, mi más grande agradecimiento.



(Si desea leer el artículo original sobre Omar Khana Massouri que inspiró este artículo, pinche aquí)

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2 comments:

GeNeRaCiOn AsErE said...

hola vivian,
un post ameno y muy interesante.

Regresaremos para ayudar a construir a ese país moderno que tanto nos hace falta, donde se tome la piedra no para tirarla al que piensa diferente, sino para sembrar los edificios de una Habana donde al fin quepamos todos.

saludos,
tony.

Anonymous said...

Interesting to know.